ACCIONES E HISTORIAS LITERARIAS DE LA
CREACIÓN ANDINA
Por Andres Pascacio Dolorier
La narración es la forma tradicional de referir sucesos,
divulgar acontecimientos y explicar fenómenos geográficos o sobrenaturales. A
causa de su facilidad para acoger y transmitir un patrimonio que pertenece a
todos, se la puede considerar depósito de la conciencia comunitaria y fuente de
leyenda y supersticiones que son, a la vez, base de una historia incipiente e
incluso de una cosmología. Sus orígenes son muy remotos, tanto como el uso de
la palabra y la invención del mito: su naturaleza primera fue oral, circular,
pues se la escuchaba en torno al narrador, quien se mantenía en directa
comunicación con el auditorio. Su sentido originario fue mágico y tradicional.
Con el transcurso del tiempo y la disgregación del mito, se diluyó la
trascendencia teológica y filosófica de éste, para quedar la explicación del
fenómeno contenida en la narración, como simple argumento desprovisto de las
calidades de su primer período. Las leyendas generales, lo mismo que la
narración, debe ser considerada como la base donde reposan la sabiduría e
ingenuidad populares, es la depositaria de la historia y la poesía de los
pueblos.
El cuento popular, que es una forma
narrativa bastante evolucionada, comprende fábulas, consejos, leyendas, etc;
puede decirse de él que recibe la herencia del tiempo y la proyecta hasta los
predios literarios. Su construcción se funda en hechos imposibles y cándidos,
sin perder por eso naturalidad ni dejar de procurarnos una lógica ingenua, que
conduce lo insólito hasta un clima de posibilidad. En su desarrollo aprovecha
intermitentes suspensiones y fugas de la realidad a la fantasía, o viceversa.
Se caracteriza además por sus frecuentes referencias a épocas remotas, a países
desconocidos que pueden ser ubicados fuera de la geografía planetaria. Y aún
como una resonancia de la etapa mítica, abundan en él las antonimias de
elementos que personifican al bien y al mal. A menudo un personaje narra el
argumento y da fe de su autenticidad, o afirma haber presenciado el hecho, o
cuando menos, conocerlo de boca de quien asistió a él.
En la poesía las acciones literarias son
subjetivas y se desarrollan en escenarios naturales, al punto que e paisaje
juega un papel muy importante en las alusiones expresivas, como parte del mismo
desarrollo poético. En la narrativa y el teatro, las acciones van de lo real a
lo fantástico, pero en ambos casos juega un papel muy importante la imaginación
creadora del hombre andino: los personajes viven, mueren y vuelven a
vivir.
Más tarde, con la llegada de la cultura
española, la literatura quechua asume algunas formas de ésta, como la rima en
la poesía y elementos cristianos en la narrativa. En la creación literatura quechua, el hombre andino tuvo y
tiene conciencia de su valor y trascendencia, por eso que, en cada versión de
su expresión artística, se plantea problemas de suma importancia donde se trata
de explicar el destino del hombre, la causa de su existencia y la relación con
la creencia de otros mundos.
En la actualidad, la literatura andina
responde a los acontecimientos sociales acorde con el momento histórico y
expresa los problemas de la injusticia social, la discriminación, la diferencia
de clases, las luchas del pueblo y su posible reivindicación. La literatura andina viene a ser el eco creativo del hombre
peruano, teniendo su fuente principal en el trabajo y las actividades que de él
se desprenden.
LA “ESCRITURA”
QUECHUA
Es posible afirmar que los quechuas tuvieron escritura. Una
escritura diferente a la conceptualizada actualmente, pero que fue un medio
eficaz para la transmisión de las vivencias y pensamientos, de generación en
generación. Esperamos que los arqueólogos peruanos sigan descubriendo
petroglifos, pictografías y demás grabaciones en rocas y madera que guarden el
secreto de nuestra antigua historia. Un ejemplo de esto son los trabajos de
Larco Hoyle y Victoria de la Jara, quienes han hecho esfuerzos por esbozar una
escritura basada en los íconos de la cerámica Mochica.
Esperan ser descifrados, desentrañados, los petroglifos de
Yonán en el río Jequetepeque; los de Pay Pay entre Pacasmayo y Tembladera; los
de Río Grande en Nazca; los que encontró Raymondi entre Sayán y Oyón; los que
encontró Volleart en Tarapacá; los que encontró Riva Agüero entre Quingo y
Huaytará, dibujos de llamas, pájaros y serpientes que parecen ofrecer
verdaderos signos jeroglíficos; los de Quebrada Honda en Cajamarca; los de
Caldera en Arequipa; los de Callanca en Chavín; los de la Isla del Sol en Puno;
los hallados por Pulgar Vidal en Huanuco en las piedras de Yacica; los
hallazgos en el Cuzco por Luis E. Valcárcel; los que refiere Pedro Cieza de
León que encontró en Huanta y de lo cual dirían: “Hay fama que se hallaron
ciertas letras en una losa de este edificio, lo cual ni lo afirmo ni lo dejo de
tener para mí”.
De
mayor interés serían las pictografías halladas en los murales, cerámicas,
tejidos y cerámicas de los mochicas.
Se
dice que el virrey Toledo envió a Felipe II cuatro ilustraciones hechas en tela
por los nativos, como textos complementarios del informe que emitía el virrey.
La historia hecha en tejidos de lana de llama respondía a una costumbre.
Sarmiento de Gamboa se refería por aquellos años (época del virrey Toledo) a la
historia pintada en tablones que el Inca Pachacútec mandó ejecutar en relación
con las vidas de los incas. Cirtóbal de Molina también se refiere a esta
escritura “pintada”. El padre Bernabé Cobo denominará “Puquin cancha” a este
lugar cercano al Cuzco donde se hallan los “tablones pintados” con la biografía
de los incas. Cabello Balboa habla del “testamento” de Huayna Cápac, escrito en
rayas de colores en un bastón de palo. El padre Acosta insiste en este método
de escritura. Montesinos será quien afirma la existencia de una escritura en el
apogeo del imperio: “En un tiempo según dicen los indios había letras y
caracteres en pergamino y hojas de árboles, hasta que todo se perdió”. Este
último punto está vinculado con la anécdota de Alonso de Ercilla, que
faltándole papel para su obra La Araucana, un indio le dijo que lo
reemplazara con hojas de plátano. Esta suposición y la de los bastones pintados
llevaría a la existencia de una escritura incaica. Raúl Porras Barrenechea
estudió minuciosamente en su ensayo Quipu y Quilca, partiendo de la
existencia de 2 formas escriturarias distintas: “quilca” como manifestación de
inscripciones pétreas o pictóricas y “quipu” como especial sistema sustitutorio de la escritura o auxiliar
nemotécnico.
Sarmiento de Gamboa en una de sus crónicas nos expresa lo
siguiente: “Tenían estos bárbaros una curiosidad muy buena y cierta, y era
que unos y otros, padres a hijos se iban refiriendo las cosas antiguas pasadas
hasta sus tiempos, repitiéndose muchas veces, como quien lee lección en
cátreda, haciéndoles repetir las tales lecciones historiales a los oyentes,
hasta que se les quedasen en la memoria fijas. Y así cada uno a sus
descendientes iba comunicando sus anales por esta orden dicha, para conservar
sus historias y hazañas y antigüedades y los números de las gentes, batallas,
muertes, destrucciones y fortalezas. Y finalmente las cosas más notables, que
consisten en número y cuerpo, notábanlas, y agora las notan, en unos cordeles a
que llaman quipo, que es lo mismo que decir racional o contador. En el cual
quipo dan ciertos nudos, como ellos saben, por los cuales y por la diferencia
de los colores distinguen y anotan cada cosa como letras. Es cosa de admiración
ver las menudencias que conservan en aquestos cordelejos, de los cuales hay
maestros como entre nosotros del escribir. Y además de esto había y aún agora
hay particulares historiadores de estas naciones, que era oficio que se
heredaba de padre a hijo. Allegóse a esto la grandísima diligencia de Pachacuti
Inga Yupanqui, noveno inga, el cual hizo llamamiento general de todos los
viejos historiadores de todas las provincias que él sujetó, y aún de otras
muchas más de todos estos reinos, y túvolos en la ciudad del Cuzco mucho tiempo
examinándolos sobre las antigüedades de sus historias, hízolo todo pintar por
su orden en tablones grandes y dispuso en las Casas del Sol una gran sala,
donde las tales tablas, que guarnecidas de oro estaban, estuviesen como
nuestras librerías y constituyó doctores que supiesen orientarlas y
declararlas. Y no podían entrar donde estas tablas estaban sino el Inga o los
historiadores, sin expresa licencia del Inga”.
En
cuanto a los quipus eran usados con fines estadísticos; pero también para
ayudar a la memoria de los hechos históricos, poemas y leyes. Se dice que Baca
de Castro llamó a su presencia a cuatro “quipucamayocs” muy viejos, que habían
sido como historiadores y contadores de lo sucedido. Tenían en mente el día que
nació el Inca y todo lo sucedido durante su reinado. Estaban obligados a
enseñar a todos sus hijos y a toda la familia imperial y así transmitían sus
conocimientos de generación en generación.
Los
arqueólogos de las nuevas generaciones tienen el compromiso cívico de
desentrañar los tantos enigmas que tenemos, en torno al grandioso imperio
incaico.
RESPONDER:
1.
¿Por
qué a la narración la debemos considerar como depositaria de la conciencia
formativa?
2.
¿Qué
tiene que ver la teología y filosofía en el ámbito narrativo?
3.
¿Por
qué se dice que el cuento recibe la influencia del tiempo y la proyecta hacia
el campo literario?
4.
¿Cómo
interviene la imaginación creadora del hombre andino?
5.
¿Cuáles
son las pruebas que demuestran una posible escritura de la cultura quechua?
6.
Según
Sarmiento de Gamboa, ¿qué son los quipus y cuál es su diferencia con la
concepción que se tiene de ellos actualmente?
7.
¿Cuál
fue la tarea por la que destaca el inca Pachacútec y en qué consiste?
8.
Con
respecto a la obra Ollantay, responder:
-
Género
-
Especie
-
Autor
(posibles teorías)
-
Estructura
-
Origen
de la obra (teorías)
-
Tema
(principal y secundario)
- Personajes (rol de cada uno de ellos)